3/04/2009 (La Nacion)
Multitudinario adiós
Más de 100.000 personas se congregaron para despedir al ex presidente; Hubo conmovedoras escenas; En el Congreso y en la Recoleta lo recordaron los ex mandatarios José Sarney, de Brasil, y Julio MarÃa Sanguinetti, de Uruguay, y Antonio Cafiero, entre otros.
Una multitud calculada en más de 100.000 personas se reunió ayer en las calles porteñas para despedir emocionadamente a Raúl AlfonsÃn.
El traslado de sus restos desde el Congreso hasta el cementerio de la Recoleta, donde fueron inhumados en el Panteón de los CaÃdos de la Revolución de 1890, se transformó en una lenta y conmovedora procesión por la avenida Callao, que tardó una hora y cuarto en llegar a destino.
La extraordinaria muestra de afecto hacia el dirigente que encarnó el regreso de la democracia a la Argentina movilizó a simples ciudadanos de todos los sectores sociales y a dirigentes polÃticos de diferentes partidos y de otros paÃses, como los ex presidentes José Sarney y Julio MarÃa Sanguinetti, de Brasil y Uruguay, respectivamente.
En Londres, además, el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, extendió a Cristina Kirchner sus condolencias «y las de todo el pueblo» norteamericano por la muerte de AlfonsÃn. En una carta calificó al lÃder radical de «figura seminal en la consolidación de la democracia en América latina» y dijo que sentÃa aprecio por la «integridad personal» del ex jefe del Estado.
En las calles porteñas hubo llantos, aplausos y cánticos que demostraron el cariño por AlfonsÃn. «Â¡Se siente, se siente, Raúl está presente!» o el clásico «Â¡AlfonsÃn, AlfonsÃn!» se combinaron con manifestaciones partidarias. Hubo muchos afiliados al radicalismo, con boinas blancas y banderas rojiblancas, aunque predominaron las banderas argentinas y fueron mayorÃa los ciudadanos independientes.
La representación de la democracia que encarnaba AlfonsÃn unió a todos. A las 10, después de 24 horas de velatorio por donde pasaron alrededor de 70.000 personas, se cerraron las puertas del Salón Azul del Senado y se realizó allà un homenaje al ex presidente. Hablaron el ex vicepresidente VÃctor MartÃnez, los senadores Ernesto Sanz y Gerardo Morales, el ex presidente brasileño José Sarney, el diputado Eduardo Fellner y el vicepresidente Julio Cobos, a cargo del Poder Ejecutivo.
El Gobierno estuvo representado por el jefe de Gabinete, Sergio Massa, y por los ministros Carlos Tomada (Trabajo) y Florencio Randazzo (Interior). La Presidenta, desde Londres, envió una corona de flores. Llegará hoy y se reunirá con la familia de AlfonsÃn, aseguraron en la delegación que participó en la cumbre del G-20.
Sarney calificó al ex presidente argentino como «uno de los hombres públicos más importantes de América» y «un apóstol de la democracia». Recordó la importancia de AlfonsÃn en la recuperación del diálogo con Brasil y en la creación del Mercosur. «Su coraje y su visión de estadista abrieron caminos para los cambios que marcaron profundamente no sólo a la Argentina, sino a toda América latina. Gracias a su decisión de cambiar la relación con Brasil fue posible cambiar las relaciones» en la región, afirmó. Algo similar dijo más tarde, en el cementerio de la Recoleta, el ex mandatario uruguayo Sanguinetti.
Todos coincidieron en los elogios a AlfonsÃn. Lo definieron como «un gran constructor de la libertad», «un pacifista» y «un gigante de la democracia», como lo calificó Cobos. El vicepresidente habÃa afirmado, más temprano, que el lÃder radical le habÃa pedido que regresara a la UCR.
Tras aquel homenaje, se armó un pequeño altar en las escalinatas del Congreso, donde el arzobispo de Santa Fe, monseñor José MarÃa Arancibia, primo de AlfonsÃn, ofició una misa de cuerpo presente en homenaje al ex mandatario. Más temprano, casi en silencio, el cardenal Jorge Bergoglio se habÃa acercado al Senado para dar un último adiós a AlfonsÃn.
«El testimonio de afecto a su persona en todo el paÃs nos habla de un reconocimiento a su altura moral, a sus cualidades cÃvicas y su hombrÃa de bien», resaltó el sacerdote, mientras miles de seguidores aplaudÃan en la calle, a pesar de la lluvia.
Después, comenzó la procesión. El ataúd se ubicó sobre una cureña atada a un jeep militar, y una escolta de granaderos a caballo y policÃas acompañó la caravana, que salió del Congreso hasta el cementerio de la Recoleta derecho por la avenida Callao hasta que dobló en la calle Guido. En el Ministerio de Seguridad y Justicia, que conduce AnÃbal Fernández, revelaron que la emoción que provocó AlfonsÃn desembocó en que miles de efectivos policiales se ofrecieran para trabajar ayer en su dÃa franco.
A pesar de que se dispusieron vallados de seguridad a lo largo de casi toda la avenida Callao, la afluencia de gente desbordó las previsiones y complicó la procesión, que se demoró una hora y cuarto para recorrer 20 cuadras. Una columna de dirigentes radicales siguió la caravana desde cerca: tomados del brazo, caminaron Julio Cobos, Jesús RodrÃguez, Ernesto Sanz, Gerardo Morales, Angel Rozas y Federico Storani, entre otros. Cuando llegaron a la calle Guido, debieron correrse para no caerse en medio de la presión que ejerció la multitud, que querÃa estar cerca del féretro.
Ya en el cementerio, pocos tuvieron acceso a la ceremonia, en la que participaron sólo la familia de AlfonsÃn y algunos dirigentes polÃticos. Hubo algunos forcejeos entre miembros de la seguridad y seguidores alfonsinistas que pugnaban por ingresar.
Hablaron allà Daniel Salvador titular de la UCR bonaerense, Nosiglia, Sanguinetti, Graciela Fernández Meijide, Mario Losada, Antonio Cafiero, Leopoldo Moreau e Hipólito Solari Yrigoyen.
Sanguinetti recordó que «Raúl fue el buque insignia de la recuperación democrática del Cono Sur». Y agregó: «Les puedo asegurar que hoy en mi patria lo lloran tanto como ustedes». Cafiero, a pesar de su pertenencia al Partido Justicialista, logró que lo aplaudieran cuando dijo: «Tuve dos maestros en la vida. Uno, ya lo saben, fue Perón. El otro fue AlfonsÃn. Y quiero decirles, amigos radicales, que AlfonsÃn ya no les pertenece. Ahora es de todos los argentinos».
Tras los discursos, el féretro fue ingresado en el panteón asignado, donde ya descansan los ex presidentes Hipólito Yrigoyen y Arturo Illia y el lÃder radical Leandro N. Alem.
Hora por hora
10.00
Cierran el Salón Azul
Unas 70.000 personas desfilaron ante los restos de AlfonsÃn. A solas, su familia le da el último adiós.
11.30
La despedida y la misa
Seis oradores lo despiden en el Congreso. En la explanada externa se realiza una misa de cuerpo presente.
14.15
Sale el cortejo
El cortejo fúnebre parte hacia el cementerio de Recoleta. Recorrerá 20 cuadras entre la multitud.
15.40
Llegada a la Recoleta
Llega la cureña a la Recoleta. Tanta gente quiere entrar que hay forcejeos y se demora el ingreso del féretro.
16.10
Discursos finales
Ocho dirigentes polÃticos dan los últimos discursos. Los funerales terminan con el canto del himno.
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02/04/2009 18:12
Una multitud despidio los restos mortales de raul alfonsin
Buenos Aires, 2 de abril (Télam).- Los restos del ex presidente Raúl AlfonsÃn fueron sepultados hoy en el Panteón de los CaÃdos de la Revolución de 1890, en el cementerio de la Recoleta, luego de una ceremonia en la que dirigentes radicales y de otras extracciones polÃticas y el ex presidente de Uruguay, Julio Sanguinetti, despidieron sus restos.
La figura de AlfonsÃn fue recordada en la Recoleta por los dirigentes radicales Daniel Salvador, Enrique Nosiglia, Mario Losada, Leopoldo Moreau e Hipólito Solari Yrigoyen, la ex diputada nacional del Frepaso, Graciela Fernández Meijide y el ex senador justicialista Antonio Cafiero, además de Sanguinetti.
El paso del féretro que guardaba los restos de AlfonsÃn desde el Congreso Nacional, donde fueron velados, hasta la Recoleta, fue acompañado por una multitud que le arrojó flores por las avenidas Callao y Quintana.
El transporte militar tipo «Gaucho» que tiró de la cureña que llevaba al féretro envuelto en una bandera argentina, fue escoltado por una guardia de honor de motos de la PolicÃa Federal y rodeado por casi 200 granaderos a caballo que trabajosamente se abrieron paso entre la gente que se agolpó para despedir al ex mandatario.
Detrás de la fanfarria iba el grueso de los dirigentes y funcionarios que pasaron por la capilla ardiente del Salón Azul del Congreso de la Nación.
Tomados de los brazos encabezaban el grupo el vicepresidente Julio Cobos; el ex presidente uruguayo Sanguinetti; el presidente de la UCR, Gerardo Morales; y el jefe del bloque de senadores radicales, Ernesto Sanz.
También se encontraban en la caminata sobre Callao el presidente del Partido Socialista, Rubén Giustiniani; el gobernador de Santa Fe, Hermes Binner; el de Corrientes, Arturo Colombi; y algunos colaboradores de AlfonsÃn, como su ex ministro de EconomÃa, Juan Vital Sourrouille; y el ex secretario de Hacienda, Mario Brodersohn.
También formaron parte del cortejo algunos integrantes de la Cámara que juzgó a las Juntas Militares, como León Arslanián, Ricardo Gil Lavedra y el ex fiscal Julio César Strassera.
Previamente, en la ceremonia religiosa que se realizó en la explanada del Congreso que estaba cubierta por coronas de flores, se hicieron presentes el legislador porteño AnÃbal Ibarra; la titular del Inadi, MarÃa José Lubertino; y el secretario de Turismo porteño, Hernán Lombardi.
Además, presenciaron la ceremonia los legisladores radicales Mario Negri, Roy Nikisch, Luis Naidenoff; el ex ministro de la Alianza Adalberto RodrÃguez Giavarini; el senador de la Coalición CÃvica, Samuel Cabanchik; y el gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti.
Una emocionda multitud, en medio de un mar de banderas rojas y blancas, claveles y banderas argentinas, acompañó el traslado de los restos de AlfonsÃn, desde el Congreso Nacional hasta el cementerio de la Recoleta.
Tras la misa fúnebre fue oficiada por el arzobispo de Santa Fe, monseñor José MarÃa Arancedo, en la explanada del Congreso y el cortejo fúnebre arrancó por Callao a las 14:20 en medio de una multitudinaria demostración de afecto hacia el ex mandatario.
A las 17.37 los restos de AlfonsÃn ingresaron al mausoleo en que descansarán, en medio de las lágrimas de los presentes y al grito de «AlfonsÃn, AlfonsÃn», «Raúl, amigo, el pueblo está contigo», consignas que dejaron paso al himno nacional argentino.
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2/04/2009 (Telam)
Barack Obama también hizo llegar sus condolencias
Lo hizo a través de una carta dirigida a Cristina. AllÃ, el mandatario norteamericano sostuvo que “AlfonsÃn fue una figura fundacional en la consolidación de la democracia en América latinaâ€.
El presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, hizo llegar a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner una carta en la cual le expresa sus «condolencias» por el fallecimiento del ex presidente Raúl AlfonsÃn.
El texto completo de la misiva es el siguiente: Señora Presidenta: Deseo expresar mis condolencias personales y las del pueblo de los Estados Unidos, por la muerte del ex Presidente Raúl AlfonsÃn.
El ex presidente AlfonsÃn fue una figura fundacional en la consolidación de la democracia en América Latina. Nos sumamos a aquellos a través de las Américas en la expresión de nuestro respeto y la estima por su integridad personal y su compromiso a los principios democráticos y los derechos humanos.
Nuestros pensamientos y oraciones están con usted y el pueblo de Argentina.
Atentamente, Barack Obama.
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Miles de personas se congregaron en el Congreso para escuchar la misa de cuerpo presente y siguieron a paso de hombre la cureña que trasladó el féretro. Al grito de «AlfonsÃn, AlfonsÃn», otras cientos en las calles arrojaron claveles y rosas. A raÃz de la gran cantidad de gente apostada en las puertas del cementerio, se demoró el ingreso del cortejo. Referentes partidarios y polÃticos recordaron la figura del ex mandatario, que ya descansa en la bóveda de los caÃdos en la Revolución de 1890.
Un multitud despidió los restos del fallecido ex presidente Raúl AlfonsÃn, quien fue sepultado en el cementerio de la Recoleta junto los lÃderes radicales Hipólito Yrigoyen y Leandro Alem, mientras desde muchos lugares del mundo se seguÃa elogiando su figura como restaurador de la democracia en Argentina.
En Londres, donde participó de la cumbre del G20, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, quien mantenÃa una amistad con el lÃder radical, evocó su figura y recordó que compartieron el «Ãºltimo acto público» de AlfonsÃn, en la Casa de Gobierno, cuando decidió colocar su busto de ex presidente.
Cristina dijo que sabÃa que de esa forma «cumplÃa con algo que todos los argentinos sentÃamos en el fondo, la idea indisoluble» de que AlfonsÃn simbolizaba «el advenimiento de la democracia en Argentina».
El lÃder radical, de 82 años y que gobernó al paÃs entre 1983 -año en que volvió el paÃs a la democracia- hasta 1989, recibió innumerables de muestras de afecto de miles de personas que se acercaron al Congreso durante más de 25 horas de velatorio.
También fue conmocionante, por la gran cantidad de público, el recorrido que hizo la cureña transportando sus restos mortales hacia el cementerio, y su funeral, en el que sus ocho oradores coincidieron en forma unánime en que se estaba ante el último adiós a un «gran demócrata».
AlfonsÃn, quien murió el martes a las 20.30 vÃctima de un cáncer en su domicilio personal, fue despedido «con todos los honores como corresponde a un ex mandatario», por decisión de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, y el Ministerio de Educación de la Nación dispuso que mañana su figura sea recordada en todas las escuelas.
Ni siquiera la pertinaz lluvia que caÃa sobre Buenos Aires durante las últimas horas del velatorio en el salón Azul del Senado de la Nación, impidió que la gente se acercara a darle su despedida.
Su familia -entre ellos Ricardo AlfonsÃn, el único de sus hijos que lo siguió en la polÃtica- lo acompañó en todo momento. Y recibió, constantemente, innumerables pésames de parientes, amigos, dirigentes, funcionarios y hasta de miles de desconocidos que se acercaron a la capilla ardiente.
El titular del Senado brasileño y quien fuera presidente del paÃs vecino durante parte del mandato de AlfonsÃn, José Sarney, dijo, al despedirlo en el Congreso: «»Estoy aquà en carácter de representante del presidente Lula da Silva, como jefe de la delegación de Brasil, con el corazón herido de un amigo, uno de los hombres públicos más importantes de América».
«El coraje, la visión de estadista de AlfonsÃn abrieron caminos para los cambios que marcaron profundamente no solo a la Argentina sino a toda la América Latina», expuso Sarney, y recordó que en su primera conversación con el lÃder radical en Misiones coincidieron en que era «un error histórico la competencia entre Brasil y Argentina» y en que habÃa que «cambiar el rumbo de la historia de nuestros continentes».
«Esos fueron los acuerdos básicos que sirvieron a la construcción polÃtica de hoy», enfatizó el parlamentario brasileño, en lo que finalmente fue el embrión de la creación del Mercado Común del Sur (Mercosur). VÃctor MartÃnez, el vicepresidente durante su gobierno, expresó que con su muerte «se ha abierto el libro de un legado imperecedero».
El titular de la UCR, Gerardo Morales, fue el encargado partidario de evocarlo. «AlfonsÃn representó un proyecto democrático de vanguardia», dijo el senador nacional, y rememoró una frase acuñada durante la presidencia del ex mandatario.
«En la democracia no solo se vota, en la democracia se come, se educa y se cura».
El justicialista Eduardo Fellner, presidente de la Cámara de Diputados, rescató «tres enseñanzas de vida» que deja AlfonsÃn. «Nada se logra sin militancia, sin el esfuerzo y compromiso permanente por lo que se piensa; que el diálogo es la mejor herramienta para la construcción polÃtica; y que fue un hombre de convicciones».
A su vez, el vicepresidente Julios Cobos expuso que se estaba homenajeando «a un gigante de la democracia, al presidente de todos, a Raúl AlfonsÃn».
Tras la evocación, se realizó una misa de cuerpo presente en la explanada del Parlamento, sobre la avenida Entre RÃos, oficiada por su primo y arzobispo de Santa Fe, monseñor José MarÃa Arancedo, que fue seguida por todos los funcionarios, legisladores y numeroso público.
La gente, emocionada, arrojaba claveles rojos y blancos, colores que identifican al partido radical, el cual AlfonsÃn abrazó durante toda su vida y por el cual ocupó, además de la presidencia, cargos de concejal, legislador provincial y diputado y senador nacional.
Luego, la cureña que transportó el féretro inició su recorrido por la avenida Callao hacia el cementerio, escoltada por una guardia de honor de 215 efectivos del Regimiento de Granaderos a caballo.
Muchas de las personas tenÃan las tradicionales boinas blancas y banderas radicales, lo siguió, voceando «AlfonsÃn, AlfonsÃn».
En los balcones de los edificios se veÃan fotos y carteles con su cara, banderas argentinas y pasacalles que atravesaban Callao, con incripciones como «Hasta siempre presidente».
A las 15.40 sus restos ingresaron al cementerio, en medio de otra multitud que lo aguardaba. Hasta tal punto la gente se agrupó frente a necrópolis, que tuvieron que pedir al público que dejase entrar a los familiares y amigos más allegados a AlfonsÃn.
El último adiós se lo dieron Daniel Salvador; Enrique «Coti» Nosiglia -ministro del Interior durante su presidencia-; el ex presidente uruguayo Julio MarÃa Sanguinetti; la frepasista Graciela Fernández Meijide; y Mario Losada, ex senador y ex presidente del comité nacional de la UCR.
Les siguieron el ex titular del justicialista y ex gobernador bonaerense, Antonio Cafiero, quien dijo que «tuvo dos maestros en su vida». «Uno fue (el ex presidente Juan) Perón, como ustedes lo saben; el otro fue Raúl AlfonsÃn», develó el veterano dirigente justicialista. «Aprendà muchas lecciones de Raúl AlfonsÃn y le agradeceré hasta el final de mi tiempo las cosas que solo él podÃa aleccionarme», expuso Cafiero.
Luego le siguió Leopoldo Moreau, uno de sus principales escuderos en la Cámara de Diputados durante su presidencia, quien dijo que el fallecido ex presidente «creÃa profundamente en el sistema de partidos» y siempre bregó «por la paz». El último orador, el titular de la Convención Nacional partidaria, Hipólito Solari Yrigoyen, sostuvo que se ha «perdido al mejor hombre de nuestra generación».
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2/4/2009 (La Nacion)
Crónica de una noche frÃa para despedir al lÃder
La imagen no diferÃa mucho de la que habÃa podido verse durante todo el dÃa por los canales de televisión. Una fila desmesurada serpenteaba desde Callao y Sarmiento hasta el Congreso. Era medianoche.
Delante mÃo una pareja de ancianos avanzaba a paso lento, con calma y respeto. Al costado, un chico que vestÃa traje sostenÃa, impecable, una flor. Juntos recorrerÃamos centÃmetro por centÃmetro toda la calzada de la avenida. A primera vista, la mayorÃa, en ese horario, superaba los 30 años.
Las boinas blancas con pompón rojo fueron los únicos emblemas polÃticos que se vieron. La venta de banderas partidarias, ofrecidas cada vez con menos entusiasmo, no tuvo tanto éxito como la de café, ideal para combatir el viento, por momentos bastante intenso. Otros prefirieron llevar su mate o distraerse con libros y música. Algunos oficinistas incluso improvisaban una cena, caja de pizza en mano.
La primera cuadra, multiplicada por ocho hileras, quedó atrás. Eran las 2 de la mañana. Ahora las hileras abarcaban doscientos metros. En la mitad de ese segundo tramo, un hombre que estaba detrás mÃo reconoció a uno de sus «vecinos». HabÃan sido compañeros de primaria.
Más tarde, comenzaron a llegar chicos más jóvenes que volvÃan de salir. «Yo soy re escéptico, pero es verdad que fue el único polÃtico que no robó» le decÃa un adolescente a una señora que lo escuchaba atenta.
La atmósfera era de cariño por lo que representó la gestión del lÃder radical pero también podÃa percibirse un anhelo: la recuperación de los valores que encarnó por parte de la clase polÃtica, destacados por casi todos sus representantes frente a la prensa.
Pasadas las 4, las dos hileras ubicadas sobre el costado izquierdo (en dirección al Congreso) se confundieron en una maraña. Una mujer decidió suplir la falta de organización oficial. Salió de su lugar y custodió la fila para desalentar a los «colados». La aplaudieron.
Una hora después, la atención ya se repartÃa entre varias charlas, risas simultáneas y el cansancio de las piernas, algo entumecidas. Observé de nuevo a la pareja mayor delante mÃo, inmutable, y sentà algo parecido a la admiración.
Frente al vallado de la avenida Rivadavia, los celulares, que habÃan documentado lo anterior, se alzaron de repente. El edificio del Congreso, todo iluminado, se imponÃa como un monstruo dormido, eterno.
El cambio de actitud en la gente también fue instantáneo. En silencio, cabizbaja, la multitud empezó a subir la explanada salpicada de decenas, quizá centenares, de coronas que habÃan sido enviadas por polÃticos y artistas, entre las cuales el chico de traje depositó, con ojos vidriosos, su anónimo clavel.
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31/03/2009 (La Nacion)
Murió Raúl AlfonsÃn, el padre de la democracia moderna de la Argentina
Raúl AlfonsÃn, el primer presidente de la última etapa democrática argentina, murió ayer en su departamento de Barrio Norte, en la ciudad de Buenos Aires. TenÃa 82 años y sufrÃa de cáncer de pulmón con metástasis ósea, un cuadro que desde el fin de semana se habÃa complicado por una neumonÃa broncoaspirativa.
AlfonsÃn murió mientras dormÃa, acompañado por sus familiares más cercanos: sus hermanos, sus hijos y algunos de sus nietos.
La presidenta Cristina Kirchner ordenó anoche, desde Londres, que se declaren tres dÃas de duelo nacional, y el vicepresidente Julio Cobos, a cargo del Poder Ejecutivo por el viaje oficial, firmó el decreto que asà lo establece. Además, Néstor Kirchner y el jefe de Gabinete, Sergio Massa, le expresaron telefónicamente sus condolencias a Ricardo AlfonsÃn, uno de los hijos del ex presidente.
Los restos del lÃder radical serán llevados al Salón Azul del Congreso a las 8. A partir de las 10, el público podrá darle el último adiós. El ingreso será por la explanada de la esquina de las avenidas Rivadavia y Entre RÃos.
El funeral está previsto para el mediodÃa del jueves, después de un cortejo fúnebre que llevará sus restos en una cureña desde el Congreso hasta el cementerio de la Recoleta. Los restos de AlfonsÃn descansarán en la bóveda de los CaÃdos en la Revolución de 1890, hasta que esté listo un mausoleo que se prepara para albergarlos.
Su último dÃa
Después de un dÃa sin mejorÃas que hacÃa prever lo peor, a las 21 el médico de AlfonsÃn, Alberto Sadler, anunció oficialmente que el ex presidente habÃa muerto a las 20.30.
«Falleció tranquilo en su domicilio. Estaba dormido, con deterioro sensorial», explicó Sadler. «Todo ocurrió con suma tranquilidad, con todos sus familiares alrededor», contó el médico, que habÃa llegado para su visita de la noche y lo atendió en sus últimos momentos.
Dos horas antes, Ricardo AlfonsÃn habÃa confiado a La Nacion la preocupación familiar porque el ex presidente no mejoraba. «Estamos muy preocupados porque esta vez no responde al tratamiento con antibióticos», habÃa adelantado.
En el quinto piso del edificio de avenida Santa Fe al 1600, donde el caudillo radical tiene sus oficinas, no paraban de sonar los teléfonos. Los ex presidentes de Brasil José Sarney y de Uruguay Julio MarÃa Sanguinetti eran sólo dos de los que pedÃan noticias de la salud de su amigo.
Más arriba, en el octavo piso, donde se ubica la vivienda de AlfonsÃn, sus hijos y hermanos recibÃan en el hall a los que llegaban a visitarlo. Entre ellos estuvieron el gobernador de Santa Fe, el socialista Hermes Binner; el presidente de la UCR, Gerardo Morales; el actor y dirigente radical Luis Brandoni; el vocero presidencial de la Alianza, Juan Pablo Baylac, y monseñor Justo Laguna, el único que pudo verlo.
«Estaba consciente, me agarró fuerte la mano y no me soltaba», contó por la mañana. Después de eso, AlfonsÃn (tratado con morfina para resistir los fuertes dolores y con oxÃgeno para poder respirar) no volvió a despertarse.
Cuando se conoció la noticia del deceso, Cobos, Morales, dirigentes de la UCR y del alfonsinismo, y hasta el peronista Felipe Solá llegaron para dar sus condolencias a la familia.
En la calle, una multitud lloraba al hombre que habÃa encarnado el regreso de la democracia después de la dictadura.
pobre raul alfonsin ¡!
TenÃa 9 años cuando volvió la democracia. He leÃdo mucho sobre historia argentina y sobre Raúl AlfonsÃn. Creo que recién cuando falleció se empezó a valorar su figura. De haber tenido el coraje, las agalllas suficientes para juzgar a los militares y guiar la democracia en Argentina.
Lamentablemente no lo dejaron gobernar en paz. Sindicalistas, empresarios y militares- además de errores propios- buscaron sólo sus intereses, ni paz, ni seguridad, ni esfuerzos de llegar a un acuerdo. Su figura debe ser revindicada y valorada. Quienes dispusieron su caÃda, luego fueron cómplices del desastre menemista.