
Es indudable que aquella fiesta cÃvica significó un gran paso adelante, una formidable oportunidad de cambio. Las calles se poblaron de ciudadanos con alegrÃa, esperanzas y conciencia del sentido supremo de la libertad. Pero quienes asumirÃamos luego la difÃcil tarea de gobernar estábamos ajenos a cualquier euforia, sabÃamos que tendrÃamos que batallar contra dificultades extremas y fuerzas poderosas que no querÃan la democracia en la Argentina.
VenÃamos no sólo de la ruina ética y moral del paÃs, también del desastre económico y financiero. Sin embargo, tenÃamos una ventaja: la experiencia nos habÃa enseñado que, cada vez que perdimos la democracia, la inmensa mayorÃa de los argentinos terminó perjudicándose.
Desde luego, salir de esa debacle exigÃa tiempo, esfuerzos, sacrificios, claridad de ideas y una gran energÃa encauzada por un preciso sentido de la prudencia y el equilibrio, y, fundamentalmente, un compromiso de todos los ciudadanos. En ello, como alguna vez dije, radicaba el poder de la democracia.
Estos cinco lustros transcurridos han dejado, entre otras cosas, una certidumbre que debemos evocar: algo notablemente ha cambiado a partir de 1983; no hubo ni habrá en nuestro paÃs más presidentes de facto. Nada menos. Pero, hoy, con la cabeza y el corazón en el presente, se trata de mirar hacia el futuro.
Democracia es vigencia de la libertad y los derechos pero también existencia de igualdad de oportunidades y distribución equitativa de la riqueza, los beneficios y las cargas sociales: tenemos libertad pero nos falta la igualdad. Democracia es no sólo garantizar los derechos polÃticos o el sufragio, sino es extender la ciudadanÃa cÃvica y social a todos los habitantes.
Ello significa, también, que la democracia puede subsistir solamente si se logra un fortalecimiento y expansión de la capacidad de autogobierno por parte de los ciudadanos. Erich Fromm, en su libro «El miedo a la libertad», sostiene que el derecho de expresar nuestros pensamientos, sin embargo, tiene algún significado tan sólo si somos capaces de tener pensamientos propios.
Ojalá se comprenda esto, y las jóvenes generaciones puedan crecer, separadas de personalismos excluyentes y canibalismos polÃticos, bajo el amparo de la autonomÃa que brinda una cultura cÃvica apoyada en instituciones fuertes, un Estado de Derecho, partidos sólidos y renovados, y, fundamentalmente, en sujetos democráticos, porque sólo asà la democracia podrá sobrevivir a sus gobernantes y evocarse, ya no como un sistema de instituciones, sino como una forma de vida.
Amaremos al Dr. alfonsin..como a los proceres..San Martin..Belgrano..los comunes denominadores de los GRANDES…honradez, honestidad,capacidad puesta al servicio del BIEN PUBLICO….NUNCA TE OLVIDARE MIENTRAS VIVA….un simple CIUDADANO DE LA REPUBLICA….TU MEMORIA ME HACE MEJOR…con humildad Dr. Rodolfo Humberto Dono…… DOCTOR DON RAUL RICARDO ALFONSIN ….!!!!!!!!!PRESENTE!!!!!!!!